lunes, 30 de junio de 2008

Rock contra Reggaeton

Este sábado se celebró el concierto Akople Rock en Villamartín. Un elenco de grupos de la provincia de Cádiz y los portugueses de Primitive Reason fueron desgranando sus canciones en el escenario que se montó en las Carpas. Todo iba bien; gente entre los veintitantos y los cuarenta, parejas, solitarios, algunos de pie, otros sentados, disfrutando de la buena música, del rock de estos grupos noveles y no tan noveles. Todo iba bien, digo, mientras que los púberes se emborrachaban en la puerta del recinto ferial con sus coches discoteca. Pero todo cambió cuando estos jovencitos bien embutidos de alcohol irrumpieron en el recinto y dieron una muestra de la educación que han recibido. Acostumbrados a que sus padres les consientan todos sus caprichos, a que les rían todas sus gracias, a que se haga lo que ellos digan, no podían hacer otra cosa que gala de esa “educación”. Inmediatamente se pusieron a exigir que se cambiara la música, que “eso era una porquería”, No contentos con sus demandas verbales se pusieron a incordiar e insultar al técnico de sonido y seguir insistiendo en que acabara esa “mierda de grupo”. (La mierda de grupo eran los de Primitive Reason, que venían de Lisboa, con varios discos en el mercado y alabados por la critica española y portuguesa)
Cuando “la mierda de grupo” acabó de tocar y mientras se preparaban los villamartinenses de Noviembre para actuar, el pinchadiscos de las Carpas puso una dosis de esa música que le gusta a este tipo de gente: una versión reggaeton del ya infumable sin versión “te estoy amando locamente”. Inmediatamente, a esos pequeños tiranos se les cambió la cara y se pusieron a bailar al ritmo de aquella música de baja estofa, y contentos que una vez más, de la misma manera que habían aprendido en sus casas, se hacía lo que ellos querían.
En vista de la efusividad y alborozo que mostraba la mayoría del público por el cambio de registro musical el representante de la Asociación Akople, el grupo Noviembre (que le tocaba cerrar el festival) y el concejal de Cultura, decidieron que era mejor dejar la actuación del grupo para otro día y para otro público más selecto antes de que aquella adocenada mayoría educada en la violencia y en el “aquísehaceloqueyodigo” formara el dos de mayo y convirtiera una noche agradable en una triste batalla intergeneracional.
Está claro que algo se nos está yendo de las manos. Es preocupante que la mayoría de los integrantes de una generación está creciendo sin haber leído nada en su vida, sin haber escuchado buena música, sin haber visto una buena película, con un vocabulario mínimo, de parvulitos, con un cerebro subdesarrollado e infradotado, de no ejercitarlo y desprovistos de toda empatía. Eso lo mezclas con que no sólo no se les ha educado sino que además, como guinda del engendro, se les ha regalado una moto con el escape recortado. Y tenemos lo que tenemos: un choque cultural entre dos generaciones irreconciliables. Lo del sábado en las carpas parecía una película de serie B, de esas dobladas en sudamericano, en la que una población se ve invadida por zombis, o por extraterrestres o por ultracuerpos. Un sentimiento parecido se vivió allí. Primero se cortó el concierto de rock para dar rienda suelta al reggaeton de los c., después la “población civil” fuimos escabulléndonos de aquel lugar simulando ser uno de ellos, para que no se dieran cuenta.
Y los pequeños tiranos se quedaron allí, con su limitada cultura, su limitado cerebro y su limitada educación al ritmo de esas canciones que no pasan de una frase repetida hasta la saciedad por otro subnormal que tampoco ha acabado la ESO.

El rock no pudo con el reggaeton, la gente del rock no quiso enfrentarse con la gente del reggaeton. O quizá la cosa es más sencilla: que no está hecha la miel para la boca de los cerdos.

Javier Vidal

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Es una pena lo del Akople. Parte de culpa tiene los empresarios hosteleros de las carpas,(EMPRESARIOS ENTRE COMILLAS). No tienen iniciativa para nada y cuando se hace algo no se inbolucran, quieren que les salga todo gratis no son capaces de hacer otra cosa que no sea poner ciegos a nuestros jovenes. Y se lo permitimos todo, se les pasa la mano con los horarios y encima se quejan, nose les cobrea ni un euro por montar en el recinto. Algo está fallando.

Anónimo dijo...

Por hacer lo que hizo el dj de las carpas habria que cerralas un fin de semana, para darles un escarmiento

Miguel A. Rincón dijo...

Una pena que pase esto, aunque ya se sabe,como muy bien se dice en el artículo, "no está hecha la miel para la boca de los cerdos"

¡Larga vida al Rock & Roll!

Miguel A.

Anónimo dijo...

estoy de acuerdo con todos los comentarios y con el textoa. Además de la moto con el escape recortao el que tiene coche lo lleva con la música a todo gas, si no dan por culo por un lao lo dan por el otro. Un regalo!

Anónimo dijo...

Sin haber estado allí, el texto de Javier Vidal me ha trasladado en el tiempo a ese escenario. Que bien escrito y que bien expresado. Me identifico con cada una de sus frases … “con un cerebro subdesarrollado e infradotado de no ejercitarlo y desprovistos de toda empatía”… Soy madre de una adolescente de 14 años, y siento bastante que ella tenga que compartir generación con tantos y tantas jóvenes llenos de acritud. Es difícil educar en valores, pero nosotros los padres somos quienes tenemos la obligación de educar, la escuela de formar y la sociedad de modular, es decir la familia tiene que trasmitir los valores con los que deben crecer nuestros hijos y la escuela tiene formarlos para aprender a conocer, hacer y ser. No sé lo que está fallando, pero estas conductas disruptivas son el termómetro de que algo y alguien están fallando. Es una verdadera pena lo que ocurrió el sábado en Villamartín. Estoy convencida que los jóvenes sólo son el reflejo de sus padres… Lo siento, pero esa es mi opinión.

Anónimo dijo...

Veamos el lado positivo, se me ocurre empezar a comercializar camisetas con el texto: "Yo sobreviví al holocausto del R&R".
Fuera bromas, no les costaba a esos niñatos (y no tan niñatos) haber esperado a que tocaran sus paisanos, y que por un momento sus timpanos entendieran que la música es algo más que chunda chunda o lo que emite la tele a todas horas.
RESIGNACIÓN y !LARGA VIDA AL ROCK&ROLL!

Anónimo dijo...

ese es el problema: que no hay una presisposición a conocer otras cosas. Eso es lo que está en el fondo de la intolerancia: el negarse a comprender al otro, el no estar abierto a conocer cosas nuevas. Cuanta porquería de música nos habremos tragado con un espíritu critico para descubrir de pronto algo estupendo? Sin embargo ahora no se escucha y se analiza sino que se consume sin más, igual que entra el whisky de garrafón, se mete uno por el cuerpo el reggaeton y el chunda chunda, la violencia de los videojuegos, la mala baba de la televisión. Todo entra mientras no se salga de la ética y la estética al uso. Lo demás, lo que se salga de esa estética no entra nada. Quienes son esos rockeros con mala pinta que vienen a perturbar mi botellón y mi reggaeton?
En esa intolerancia y cerrazón cultural hay mucho de tirano, de cateto y de facha