miércoles, 24 de noviembre de 2010

Jueves 25, 12.00 h., Concentración en la Plaza


MANIFIESTO 25 DE NOVIEMBRE DE 2010.

DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES


La Violencia de Género hunde sus raíces en la desigualdad social entre hombres y mujeres. Se trata, por tanto, de un problema estructural, directamente vinculado al reparto de roles de género y al desequilibrio de poder entre ambos. Es la manifestación extrema de la desigualdad en el ámbito de la pareja, en las relaciones personales y familiares, y en la sociedad, y tiene su origen en los valores que han sustentado el patriarcado.
La violencia de género supone un abuso de la posición preponderante de los varones y constituye, al mismo tiempo, una manifestación y un instrumento para perpetuar la desigualdad. Por tanto, la única forma eficaz de prevenir la violencia contra las mujeres consiste en avanzar hacia la igualdad real de las personas.
Algunos hombres no aceptan negociar las relaciones personales desde el plano de la igualdad y cuando las mujeres quieren romper la relación o manifiestan su desacuerdo, las amenazan, las coaccionan, las lesionan, o incluso las matan.
La violencia de género es un fenómeno mundial que se da independientemente del grado de desarrollo de los países, y que afecta a muchas mujeres de distintas clases sociales, etnias, edad, formación… Es muy complejo, y por tanto, muy difícil de erradicar.
A pesar de los importantes avances legislativos producidos en los últimos años tanto a nivel andaluz como estatal, debemos tener en cuenta que las leyes por sí solas no pueden cambiar lo aprendido a través de una socialización patriarcal, y diferenciada por sexos. Existe una mayor concienciación social al respecto, pero aún quedan mensajes en las familias, en la educación, en los medios de comunicación, en la publicidad, que siguen transmitiendo una imagen de las mujeres que denigra profundamente su papel en la sociedad, situándolas en una posición de subordinación, las desprecia y las anula; que las hace responsables, incluso, de la violencia a la que son sometidas. La responsabilidad es, en todo caso, del conjunto de la sociedad.
La indiferencia ante la violencia de género es un obstáculo para acabar con ella. Como dijo Elie Wiesel, Nobel de la Paz en 1986: “Ante las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo”.
Es evidente que las muertes de las mujeres a causa de la violencia de género generan en la ciudadanía un dolor poco duradero. No hay una posición crítica basada en el conocimiento de este fenómeno: el rechazo es emocional, afectivo, pero no se reflexiona sobre su origen, no se genera un rechazo social.

La educación en valores democráticos implica colocar a las mujeres en el lugar que les corresponde. Se hace necesaria una revisión profunda de las ideas sexistas, así como de los estereotipos de género que están en la base de las conductas a modificar. Y en mayor medida, cuando se trata de un problema que afecta también directamente a las hijas e hijos de las mujeres que sufren violencia de género.
Educar en igualdad es el camino más seguro para evitar los comportamientos machistas y las ideas sexistas que perpetúan la falsa creencia de superioridad del hombre sobre la mujer, y el uso de la agresividad como instrumento para ejercer el poder sobre ésta. La prevención y la educación deben ser los principales instrumentos en la lucha contra la violencia de género, y una buena información, la mejor forma de concienciar a la población sobre este grave problema.
La igualdad real entre mujeres y hombres constituye la defensa más eficaz frente a los malos tratos. El poder de decisión de las mujeres, el que puedan participar en igualdad en los espacios públicos, la utilización de un lenguaje e imágenes que no atenten contra su dignidad y, en definitiva, una educación en valores contribuirá a ello.
Por todo lo anterior, las Diputaciones Andaluzas suscribimos este manifiesto y nos comprometemos a seguir trabajando para la erradicación de este delito que afecta al conjunto de la sociedad. Para ello, se debe crear un clima de tolerancia cero ante la violencia de género, de apoyo incondicional a las víctimas y de condena firme al agresor.
No hay que esperar a que la violencia se produzca, sino que se debe actuar cuando aparecen los primeros indicios.
Por los buenos tratos. Por una sociedad entre iguales, sin lágrimas, sin heridas, sin privación de libertad, sin golpes.
Por una sociedad en la que existan unas relaciones responsables, compartidas y respetuosas en las que las diferencias de sexo, género o raza no sean elementos de discriminación, sino de tolerancia, de complementariedad y de desarrollo individual y social, para una ciudadanía plena.

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